Un tesoro que ha llegado a nosotros, la Condesa de Pardo Bazan en su cocina…Emilia pardo Bazan y la gastronomía

Un tesoro que ha llegado a nosotros, la Condesa de Pardo Bazan en su cocina…Emilia pardo Bazan y la gastronomía

libro gastronomiaEmilia Pardo Bazán nació en La Coruña en 1851. Ha sido considerada como la mejor escritora española del s. XIX y ocupó un puesto de primerísima fila en la vida intelectual de la España que le tocó vivir. Fue novelista, narradora, ensayista, poeta, dramaturga y periodista y fue la primera mujer que ostentó la cátedra de Literaturas neolatinas contemporáneas de la Universidad Central. Publicó dos libros sobre cocina: La cocina española antigua, en 1913, y La cocina española moderna, en 1914, además de un prólogo al Picadillo de Puga y Parga, en 1905.

Como cualquier otra ama de casa de su época, guardaba recetas en fichas y libretas que actualmente se custodian en el archivo de la Casa Museo Pardo Bazán ya digitalizadas. Algunas, por su caligrafía y ortografía, debían venir de la mano de cocineras de su propio servicio o de otras casas.

Lo cierto es que la Pardo Bazán se preocupó por conservar la mejor gastronomía española y transmitirla a generaciones posteriores; recopiló multitud de recetas de diversas fuentes; valoró la cocina y defendió el uso del léxico gastronómico. Había viajado mucho, por lo que demostró gozar de un gusto refinado no solo en la literatura, quizá por eso pretendía la sofisticación de los platos, tanto desde el punto de vista de los ingredientes como del de la presentación.
Las recetas recopiladas por doña Emilia son muchísimas, más de mil, y están tan bien escritas, con tanta gracia, que no hace falta guisarlas para disfrutarlas.

Lean, lean a doña Emilia en cualquiera de sus obras. Y, recuerden: los fogones y las letras no están reñidos. Así lo manifestaba la propia Pardo Bazán en una carta que escribió al director de La Voz de Galicia en 1913, que reproduce Carmen Bravo Villasante en el libro que publicó sobre la escritora, y que dice así:

«Por mi parte siempre anduve en guisar, y hasta le tengo afición a estos quehaceres y siento no disponer de tiempo para practicarlos. No soy doctora en el arte de Muro, Dumas, Rossini, Brillat-Savarin y Picadillo, pero jamás vi incompatibilidad entre él y las letras. Es cuanto puedo alegar para que el público disculpe mi conducta. Y espero que mis fórmulas salgan un poco más castizas que las definiciones de cocina del Diccionario de nuestra amiga la Academia, no de los Cinocéfalos, sino de la lengua, para lo cual no necesito ciertamente ser Cervantes, ni Fray Luis».

 

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