Todo lo que no debes hacer en la cena de Navidad de la empresa

Todo lo que no debes hacer en la cena de Navidad de la empresa

 Cómo no dar la nota en la cena de Navidad Discreción y mesura: dos ‘básicos’ para salir airoso de la cena de empresa. Ojo con el alcohol y devorar comida: la imagen sí importa. Ni chistes ni incontinencia verbal: no es el momento. Antes de salir de casa camino a la cena de empresa, ojo con el modelito.

No vas de fiesta discotequera loca, vas a una cena con compañeros, jefes y subjefes, directores y subdirectores, o con todos tus subalternos. Sea como fuere, y da lo mismo el sexo, en la discreción está la clave. Y no sólo en la ropa que elijamos para vestirnos: en todo lo demás, también, o incluso más. Si ocurre lo peor:si se te sube el alcohol a la cabeza, vete a casa sin dudar. Todo podría resumirse en eso: discreción y sentido común, pero como entre exceso y exceso, a más de uno se le puede olvidar donde se encuentra no está de más tomar nota de unas cuantas ‘normas’ que ayudan a no quedar marcado en la empresa de por vida ni como el borracho ni como el pesado ni como la tigresa o baboso ni como el gracioso o chistoso. Ojo, que hay letreros que ya no los quita ni una década de trabajo y buenas maneras. Parece obvio, pero cuando empieza el alcohol a correr por las venas, el pudor se puede ir demasiado pronto y bastante lejos.

Puedes arrepentirte durante una larga temporada de cuchicheos y miraditas. En cuanto a la comida…, también parece evidente, pero ¿quién no ha visto alguna vez a alguno lanzándose sobre los platos como si fuera el último día de su vida? Por mucho que se desate el apetito, no hay que devorar los platos. Que no parezca aunque la crisis lleve acuchados los estómagos que hace meses que no tomamos un solomillo o una buena ración de carabineros.

La corrección es siempre importante, así que no olvidemos esperar a que los comensales estén servidos antes de empezar, a dejar la servilleta en las rodillas y no dejarla hecha un asco sobre la mesa, a no toquetear las copas llenándolas de dedos, a cuidar la manera en que se dejan los cubiertos una vez terminado el plato. Freno a la incontinencia verbal y a los chistes Importante también: no se debe monopolizar la conversación (evitemos el modo: incontinencia verbal), de manera que se acabe en modo monólogo. Tampoco quedarse callado hasta parecer una estatua es muy educado y hablará mal de nosotros: parecerá que estamos en la cena por obligación, así que una vez más: mesura y prudencia. Los temas de conversación no deben tocar, o al menos que no sea uno el que lo saque u opine, la religión o la política o aquello que pueda llevar a conflicto. Es una cena de trabajo, y más vale que se peque de conversar como en el ascensor que de acabar a gritos defendiendo un partido político o una bandera. Evitemos el modo incontinencia verbal: no monopolicemos conversacionesLos chistes son otro de los clásicos de estas cenas. Siempre hay quien los cuenta.

No se trata de que no se puedan contar, que puede que no estuviera mal dejar de hacerlo, pero si se hace, con mesura y dentro de lo posible buen gusto. Hay mucha gente a la que no sólo le aburren sino que le molestan los chistes. No importa si se es el jefe o el director, la educación es para todos. No es lugar para hablar de aumentos de salario o presumir de cuánto se trabaja en busca de ascenso. La distancia es clave. No es el momento ni el lugar, y así lo grabaremos en nuestras cabezas. Será inevitable que se hagan fotos y se tuitee, pero cuidado con las imágenes que se suben a Facebook.: no deben comprometer a ninguno de los asistentes de la cena. Discreción, mesura, prudencia y elegancia: cuatro ‘básicos’ que salvarán tu nombre de malas etiquetas.

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