Porque no hay nada más venezolano que una arepa, rellena de lo que la rellenen, Catira, Reina pepiada, Dominó, y un sin fin de deliciosos contenidos o una simple Viuda. Asadas o fritas, saladas o dulces, con su puntico de anís, la arepa es sinónimo de venezolanidad.
La palabra proviene posiblemente del cumanagoto. Algunos estudiosos del idioma indican que la palabra arepa proviene del vocablo indígena «erepa», que los Cumanagotos –tribu de los Caribes que habitaba la región noreste de Venezuela– utilizaron para nombrar el maíz, ingrediente básico en la preparación de este alimento. De acuerdo a otra versión, el vocablo arepa pudiera provenir de «aripo», especie de plancha levemente curva, fabricada en barro, que utilizaban los indígenas para la cocción de la masa de harina de maíz. El cumanagoto es el individuo nativo de un pueblo amerindio de la familia Caribe que habitó en la antigua provincia de Nueva Andalucía llamada hoy Cumaná, y cuyos descendientes habitan actualmente al norte del Estado Anzoátegui, en Venezuela.
El académico y ensayista histórico sobre la cultura de América Latina, Mariano Picón Salas, expuso sobre el origen de la arepa lo siguiente: «Los caribes y cumanagotos usaron tanto el maíz tierno como el maduro, este último les servía para preparar una especie de pan de maíz (la arepa), según técnicas que se han conservado hasta la fecha. Este pan de maíz que llamaron «erepa» lo elaboraban dándole a la masa forma redonda, imitando al dios sol, rindiéndole tributo como alimento divino».
A través de los territorios que Venezuela perdió y pasaron a Colmbia, entre ellos los Llanos de Casanare, la arepa venezolana llega al vecino país, así como la Hallaca y otros platos muy nuestros que pasaron a ser parte también de su comer.