El tan chic champagne y su curiosa historia

El tan chic champagne y su curiosa historia

No hay nada como un champagne para celebrar cualquier ocasión en la vida. Símbolo de lujo de del buen lifestyle, el champagne es puro glamour de más chic.

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Pero ¿cuál es su historia? Existen vestigios del champagne en la época de los Celtas y Romanos, pero la historia se convierte en curiosa e interesante cuando Pierre Perignon  – ya el apellido Perignon  nos dice algo- observó que el vino luego del invierno tendía a soltar burbujas y quiso embotellarlo con ellas, por lo que pensó que la segunda fermentación debía llevarse a cabo dentro de la botella.

Pero existía un problema, el cual consistía en cómo cerrar la botella, hasta que un día observó a unos peregrinos españoles que cerraban sus cantimploras con corcho y decidió hacer lo mismo con sus vinos, asegurándolos además con una cuerda para que así la segunda fermentación fuera posible dentro de la botella.

New Year's Promise

También se le ocurrió mezclar uvas de distintas zonas, mejorando el champagne y establecer unas reglas para su elaboración, como son las de no usar más que uvas de pinot noir, podar los viñedos para que no alcanzaran más de 90 cm. de altura, recoger sólo las uvas que estaban enteras y cuando hacía frío, poner telas húmedas sobre los racimos que estaban al sol para conservarlos frescos, no permitir ningún tipo de maceración que cambiase el sabor del mosto, dar varias prensadas rápidas y suaves separando el mosto de cada prensada.

De esta forma Perignon mejoró ostensiblemente el ya existente método, aunque en muchas ocasiones se la atribuye a él su descubrimiento.

No tardó en ponerse de moda el champagne en la corte francesa y era un gran signo de elegancia y refinamiento. Aún quedaban varios problemas por resolver, como el de las roturas de botellas por el gas. Pronto se subsanó fijando la proporción de azúcar que se añade a la segunda fermentación en la botella. Otro gran problema era el de quitar de las botellas los residuos sólidos que enturbian el vino. Esto lo resolvió la viuda de Clicquot perforando unas mesas y poniendo las botellas boca abajo, removiéndolas y haciendo que los posos se depositen en el tapón, sacando después el corcho y poniendo uno nuevo. ¡Todo tiene su truco!