LLEGADA
Calma sobre el océano, asciende mi alma y vuela frágil sobre el final del invierno.
Destellos de luz imperial se atisban en el atardecer entre las torres, espadañas y cúpulas. La memoria revolotea juguetona en aras de glorias venideras y premia con sosiego el espíritu.
Cuál olor a tierra mojada que presiente la lluvia, las noches empiezan a sacudir pequeños ramalazos de olores que sutilmente te enamoran.
Languidece el frío y la mañana avanza hacia los azules imposibles de la tierra de nuestros ancestros.
Otra vez la emoción me embarga y me elevo soñador, la música me sirve de vehículo primoroso y sublime.
Una lágrima me sorprende y acaricio la raíz de árbol de la vida.
Está entrando tan poderosa y alegre que se impregna en la piel de mi pueblo, yo diría que hasta de una forma conmovedora…
Pelayo Benjumea.