Hablando de vinos

Hablando de vinos

El vino rosado, (que me encanta), es recomendable usarlo en comidas ligeras, con ensaladas, quesos y fiambres, pescados, mariscos y moluscos. También acompañando postres.

Los postres deben ser acompañados de estos vinos blancos y rosados, pero lo perfecto es comerlos con vinos dulces y licores también dulces, o también, con espumantes como champagne, cava o sidra.


No es el indicado para carnes, menos aún si son platos grasos, con sabores fuertes, salsas condimentadas etc.

El pescado y el pollo que son una comida ligera, son entonces, perfectos para ser acompañados de vinos rosados y los blancos; estos últimos tienen el mismo acierto en platos similares a los rosados, la causa es muy simple de entender…

El pollo solo puede admitir un vino tinto, si está acompañado de una salsa muy fuerte y una guarnición también preparada en guisos muy grasos y pesados.

Te explico: con frío, no comes ligero, tu organismo pide comidas fuertes, carnes de alto contenido calórico, comidas calientes, cocinadas muchas veces con salsas también muy grasas; carnes saladas, parrillas, imposible tomar un vino blanco con este tipo de comida, puesto que el vino blanco se toma muy frío, al igual que el vino rosado.

Así, que su acompañante, no puede ser otro que un vino tinto con bastante cuerpo.

Lo mismo sucede con las carnes blancas: un vino tinto, le roba el sabor a una comida ligera y sin mucha condimentación.

Hay también que tener en cuenta, que entre los tintos, hay unos más ligeros, obligatorios en ciertas comidas, como otros más fuertes que los exigen otros platos.

A veces con quesos muy fermentados, es grato tomar vino tinto, pero solo en esos casos.

Es importante no confundirnos a la hora de ofrecer vinos a nuestros comensales.

Por: Norah Frías- Muñoz

Los Buenos Modales de Norah