Los perfumes tienen esa asombrosa capacidad de detener el tiempo. Ofrecen un remanso de paz por un momento. Tal fragancia despertará la ensoñación, otra te hará caer en estados de bienestar o te traerá preciosos recuerdos a tu conciencia.
¡No te prives de ello! El perfume es un lujo discreto y refinado, una forma de no ceder a la presión de centrar todo en lo utilitario. Además, llevar perfume es un gesto altruista, ¡porque las personas que te rodean se benefician tanto como tú!
¿Buscando un nuevo perfume?
Si tienes intenciones de ir por un nuevo perfume, lo ideal es hacerlo por la mañana: tus sentidos están más excitados, más receptivos que al final del día. Te pones una pequeña gota en la muñeca y esperas varios minutos, mientras el encanto funciona o, por el contrario, notas menos agradables estropean tu placer. Después de algunos intentos, habrás encontrado la nueva firma olfativa de tu personalidad.
Siempre es bueno recordar que un perfume dura más en una piel hidratada que en una piel seca. Y la diferencia se nota: ¡el olor te acompañará el doble de tiempo!
Lo ideal es elegir la crema de la fragancia en la que te has fijado, pero por lo demás una crema hidratante sin perfume hará el truco a la perfección.