Blanca la princesa castellana que dio un rey santo a Francia

Blanca la princesa castellana que dio un rey santo a Francia

BLANCA DE CASTILLA

Blanca de Castilla pasó a la historia por haberse convertido en reina de Francia y madre de uno de los reyes franceses más famosos, Luix IX considerado el Santo. Blanca fue escogida por su abuela, la gran reina Leonor de Aquitania, por encima de su hermana mayor Urraca, para sorpresa de su familia. A la muerte de su esposo, y con el delfín siendo todavía un niño, la reina Blanca tuvo que ejercer una difícil regencia para frenar las aspiraciones de muchos nobles y hacer prevalecer los derechos de su hijo a la corona de Francia. Fue su tenacidad y valor los que ayudaron a su hijo a convertirse con el tiempo en el gran monarca que fue.

Blanca de Castilla nacía el 4 de marzo de 1188 en Palencia, en la corte de su padre, el rey Alfonso VIII de Castilla. Su madre, Leonor Plantagenet, era hija de Leonor de Aquitania. Novena de una larga lista de infantes e infantas, Blanca tuvo una breve pero tranquila infancia en la que recibió una exquisita educación centrada en las letras, las artes y también los entresijos de la política y el poder. A nadie se le escapaba que tanto ella como sus hermanos y hermanas tendrían que convertirse algún día en peones de la política estratégica de su padre, el rey castellano.

Blanca era aún una niña de apenas 12 años cuando las cortes de Inglaterra, Francia y España empezaron a definir una estrategia matrimonial para escoger esposa del futuro rey de Francia. La elección debía recaer sobre la hermana mayor de Blanca, la infanta Urraca, pero, de manera sorprendente, cuando su abuela, ya anciana, la reina Leonor de Inglaterra, viajó hasta tierras castellanas para acompañar a su nieta hasta la corte francesa, escogió a Blanca. Así, la infanta se casaba el 22 de mayo de 1200 con el delfín Luis de Francia. La pareja llegó a tener nueve hijos, entre ellos el que sería su heredero.

Blanca estuvo al lado de su hijo hasta que alcanzó la mayoría de edad y fue capaz de gobernar en solitario. Fue entonces cuando la reina viuda decidió retirarse a vivir a la abadía de Maubuisson donde viviría el resto de sus días.

Falleció el 27 de noviembre de 1252.

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