Y perdimos la Batalla de Bomboná

Y perdimos la Batalla de Bomboná

Después de la batalla de Carabobo, Simón Bolívar emprendió la Campaña del Sur con el objetivo de Dominar Pasto y conquistar Quito. Para lograrlo dividió las tropas enviando a Sucre al Ecuador y él marchó desde Popayán con 2.400 sobre Pasto, aunque sabía que “Pasto era un sepulcro nato para todas nuestras tropas”, ya que todos los afamados héroes que alguna vez se atrevieron a atacar a Pasto, fueron derrotados en el intento, muchos de ellos fusilados, otros huyeron e incluso el Precursor Antonio Nariño que fue apresado y enviado a España.

Un teniente Álvarez, patriota que quedó rezagado de sus tropas en una campaña anterior, estuvo varios meses disfrazado de fraile e informó a Bolívar sobre las fuerzas y defensas de los realistas en Pasto y le recomendó no atacar, más bien evitar a Pasto y seguir hacia Quito para apoyar a Sucre. Por eso el ejército republicano tomó el Camino de los Ingenios, un callejón sin salida que pasaba por Chagüarbamba (Nariño), Mombuco (La Florida), Sandoná, Consacá, Bomboná y Yacuanquer. El 6 de abril pernoctaron en Consacá, mientras que las fuerzas realistas de 1.200 hombres, de los cuales 750 pertenecían a las Milicias de Pasto y bajo el mando del coronel Basilio García, dieron la vuelta por Yacuanquer y en el cañón sur del rio Cariaco se atrincheraron y parapetaron, esperando a Bolívar.
El 7 de abril de 1822 hacia las 3 de la tarde se inició la batalla de Bomboná.

Bolívar dirigió la batalla desde lejos, situándose a prudente distancia, cerca de la actual Piedra de Bolívar y aun sabiendo que la posición era formidable dijo: “no debemos permanecer aquí, ni podemos retroceder. Tenemos que vencer y venceremos”, ordenando a sus tropas, descender hacia el puente de terraplén sobre el río Cariaco para atacar a las fuerzas pastusas. Bolívar, al ver como sus tropas entraban al zanjón dijo «¡Qué bien, qué bien entra mi gente!” y un oficial que estaba a su lado le replicó con un deje de pesimismo: «Si, Mi General, ¡pero no sale!“

Y ese oficial tenía la razón, porque en los primeros 30 minutos de combate, los batallones Bogotá, Vargas y escuadrones de Guías, a mando del general Pedro León Torres, fueron masacrados y reducidos a la mitad bajo el fuego de metralla de los realistas que desde posiciones tan ventajosas disparaban sobre seguro y los cañones, según don Basilio, «causaron el destrozo más sangriento, que los sensibles desmayaban ver los cadáveres unos sobre otros”. Todos los oficiales fueron saliendo de combate, heridos o muertos y los de menor graduación ocuparon sus puestos.

Mientras tanto, el batallón Rifles a mando del General Manuel Valdés atacó el flanco derecho realista localizado a mayor altura en la Loma de Paja, para luego trepar por la loma de Piquiurco, atravesar la montaña La Leonera y pasar la quebrada a la altura de Jusepe, para descender por el costado y la retaguardia de las trincheras que defendían en Catambuquillo tres compañías del Batallón Aragón. Venciendo a dos avanzadas que estaban en territorio de Bomboná, lograron su objetivo y al atardecer habían tomado posesión del ala derecha realista. Por este hecho histórico, este campo recibió el renombre de Rifles de Bomboná.

Viendo Bolívar esto, arengó al Batallón Vencedores diciéndoles: «Vuestro nombre solo basta para la victoria; corred y asegurad el triunfo». Se unieron a este batallón las reliquias de los otros batallones y atacaron. Según afirma el Coronel Manuel Antonio López: “en los pocos momentos que restaban del crepúsculo, quedó reducido a casi un cuadro. La noche sobrevino y sus sombras salvaron a aquella heroica división de una destrucción completa.»

En la noche, Bolívar estaba confundió y apesadumbrado, porque no sabía a ciencia cierta que había sucedido con el batallón Rifles, solamente era consciente que había perdido en pocas horas la mitad de sus hombres, se calcula, según los diarios de campo, que más de 1000 la mayoría muertos, mientras que las pérdidas realistas fueron de unos 250. Por eso se destruyó el armamento sobrante y los muertos fueron incinerados en el mismo campo. Se hicieron “siete montones de cadáveres formidables que se reunieron para quemar (….) Otro mayor montón de un batallón que hizo fuego a la altura de un derrumbe, han sido arrojados los cadáveres a la quebrada, y también otros que murieron cerca de esta misma en distintas partes”.

Al día siguiente, el campo opuesto estaba vacío, porque en la noche, las tropas realistas se retiraron estratégicamente hacia el sur, al sitio llamado la Güaca, desde donde retaron al libertador a volver a atacar y en un gesto de gran caballerosidad le devolvieron la bandera del batallón Bogotá con una carta en la que le decía: “Remito con el conductor la bandera de Bogotá, que la suerte de la guerra puso en mis manos, habiendo quedado el asta en los puntos de defensa y el abanderado muerto en el campo del honor”. A lo que Bolívar respondió: “Doy las gracias a Vuestra Señoría por la bandera del Bogotá que se ha servido dirigirme. No puedo responder a Vuestra Señoría con igual dádiva, porque no hemos tomado banderas enemigas; pero sí el campo de batalla”. Don Basilio García le respondió: “aunque ha tomado el campo de batalla, fue abandonado por mí sin ser vencido»

Las puertas de Pasto siguieron cerradas para el Libertador, quien tuvo que dar marcha atrás hasta la población El Trapiche (hoy Bolívar), en el departamento del Cauca, dejando a su espalda casi 300 heridos que con gran gallardía y caridad, fueron atendidos por los realistas en el Hospital de sangre de Consacá y a medida que se recuperaban tenían libertad de regresar o no a su ejército. El general venezolano Pedro León Torres, gravemente herido en la batalla, fue cuidado hasta su muerte en la población de Yacuanquer, por la familia del doctor don Thomás de Santacruz Cayzedo, quien era el propietario de la hacienda Bomboná en esa época. Como el mismo general afirmó: “Todo valiente es humano y generoso”

Bolívar estimaba que la dominación de Pasto era el punto más difícil en la Campaña del Sur, por ello en una carta a Santander escribió: “la libertad del Sur entero vale bien más que el motivo que inspiró aquello del hijo primogénito de la gloria. Se entiende -aclara Bolívar- por lo que respecta a Pasto, que era lo terrible y difícil de esta campaña. No puede Usted imaginarse lo que es este país y lo que eran estos hombres; todos estamos aturdidos con ellos. Creo que si hubieran tenido jefes numantinos, Pasto habría sido otra Numancia”.

Según el Coronel Manuel Antonio López, el “verdadero resultado estratégico consistió en paralizar las operaciones de una gran fuerza que auxiliando el ejército del General Aymerich, habría puesto duro conflicto al General Sucre”.

Hoy en día, la casa de hacienda donde estuvo Simón Bolívar después de la batalla de Bomboná, amenaza ruina, a pesar de los esfuerzos de sus actuales propietarios los hermanos Díaz del Castillo Guerrero por conservarla y restaurarla, pero no han encontrado eco en el gobierno colombiano para lograrlo.

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