La mayoría de los autores se muestran de acuerdo en que se trata de un apellido aragonés, concretamente de la villa de Ejea de los Caballeros, (Zaragoza).
Esta villa fue fundada por los romanos y conocida con el nombre de Egara, del cual, indudablemente, se formó el de Ejea. En el año 1108, el rey Alfonso I, de Aragón, la conquistó, arrebatándosela a los moros y llamándose por entonces Ejea le añadió al nombre «de los Caballeros», por haberla poblado de caballeros principales de su ejército.
Es aquí, en la referencia que se hace a «caballeros principales», donde puede encontrarse el origen del apellido Navarro, ya que, según algunos autores, dicho origen provino de un mote, o sobrenombre. Entre los caballeros citados se hallaban varios naturales de Navarra, por lo que eran conocidos como «los navarros». Se tiene constancia del nombre de uno de ellos, Sancho García que fue uno de los que se establecieron en la citada villa de Ejea de los Caballeros. Es posible que, en los primeros tiempos fuera conocido como, «el navarro», y que, finalmente, lo añadiera a su nombre, convirtiéndolo en apellido. Esto no tiene nada de extraño, por el contrario, era muy natural en la Edad Media. O bien se añadía el mote o se tomaba como apellido el lugar de la conquista. Un ejemplo de lo dicho lo tenemos en el apellido Carrión, que fue tomado por tal, por aquellos que conquistaron la villa de Carrión y, siendo Condes, la citada villa se convirtió en Carrión de los Condes.
Por tanto, la versión, de que siendo el apellido Navarro de origen aragonés, es absolutamente correcta, ya que fue en una villa de la Corona de Aragón, donde radicó su primitivo solar y el tronco del que partieron las diversas ramas que fueron extendiéndose por la Península, y esto no contradice, para nada, la hipótesis de que los primeros que adoptaron este apellido fueron de naturaleza navarra.
Que, desde los comienzos, el apellido Navarro, fue de gran nobleza no cabe la menor duda. Aparte de la mención que antes se ha efectuado de «caballeros muy principales», existen datos que así lo atestiguan: En el año 1695, el Justicia Mayor de Aragón, dio en Cortes firma posesoria de infanzonía y nobleza en favor de los Navarros establecidos en Ejea de los Caballeros (emplear la J para denominar este lugar, no constituye falta, ya que en la época a la que nos estamos refiriendo así es como se designaba. En época posterior se cambió la J por G, convirtiéndola en Egea de los Caballeros).
La infanzonía de los Navarro nacidos en la citada villa fue confirmada por el Justicia Mayor de Aragón, por estimar que eran descendientes de don Miguel Navarro, casado con doña María de Burrea.
De esta familia procedió don Ignacio Navarro, vecino de Pamplona, que probó su nobleza en la Real Chancillería de Pamplona, el 22 de diciembre de 1.779. Como se ve, se trata de un personaje de apellido Navarro y que, además, es nacido precisamente en Navarra. Este detalle puede confirmar cuanto se dijo al comienzo sobre el origen del apellido, que, siendo aragonés, en su principio, es decir, en su tronco, fue originario de Navarra.
Otros Navarro probaron asimismo su nobleza: entre ellos, como el infanzón, don Manuel Rafael Navarro vecino y empadronado en la villa de Uncastillo, perteneciente ai partido judicial de Ejea de los Caballeros.
Caballeros de este apellido lo fueron; don Ignacio y don Javier Navarro Marco que probaron su nobleza para ingresar en la Cofradía de Nuestra Señora del Portillo, de Zaragoza y don Juan José Navarro fue creado Marqués de la Victoria, en 7 de mayo de 1744.
La lista de los miembros que probaron su nobleza y limpieza de sangre ante las órdenes de Santiago, Calatrava, Montesa, Carlos III y Real Compañía de Guardias Marinas, es muy extensa, lo que de muestra la nobleza de los Navarro. En la Real Chancillería de Valladolid también se presentaron numerosas solicitudes a este respecto.
Fueron muchos los apellidados Navarro que dedicaron sus actividades al ejercicio de las armas. Dejando aparte a cuantos participaron en la Reconquista, en siglos posteriores muchos de ellos se distinguieron por el valor demostrado en cuantas acciones bélicas tomaron parte. Baste citar un solo ejemplo: Pedro Navarro, nacido en 1460, fue militar ingeniero que se especializó en la aplicación de minas en el asedio de fortalezas. Participó activamente en todas las campañas de Italia y fue lugarteniente de Cisneros en la expedición africana que culminó con la conquista de Orán. En la guerra de la Liga Santa contra los franceses, cayó prisionero en Rávena (año 1512) y el rey Francisco I, de Francia, consciente del valor y la inteligencia de Navarro le propuso entrar a su servicio, lo cual fue aceptado. De esta forma, Pedro Navarro se destacó en la toma de Milán y en las batallas de Marignano y Bicoca.
Por la misma época, pero dedicado a una actividad absolutamente distinta vivió otro Navarro, Juan, nacido en Marchena, en 1525, que se hizo famoso como compositor. Fue Maestro de Capilla en Avila, Salamanca, Ciudad Rodrigo y Palencia.
En el campo de la política el apellido Navarro se ha destacado también mucho: Juan Navarro Reverter, (1844-1924) Ministro de Hacienda por el partido conservador de Cánovas del Castillo, aunque más tarde y muerto éste, fue de nuevo Ministro, pero ahora por el partido liberal, al que se pasó al no aceptar la jefatura del partido conservador por parte de Silvela. Carlos Navarro Rodrigo, también político, que colaboró con el General O’Donell durante el período de la Unión Liberal y formó parte de la Junta Revolucionaria que se constituyó en Madrid tras la Revolución de 1868. Diputado a Cortes, fue posteriormente Ministro de Fomento en los Gobiernos formados por Sagasta.
En el campo de la literatura, aparece también el apellido Navarro en la persona de Francisco Navarro Villoslada, nacido en 1818. Partidario de la causa carlista, llegó a ser secretario del
pretendiente don Carlos. En el año 1860 fundó un periódico, «El Pensamiento Español», que se convirtió en el paladín de las causas católicas y tradicionales. Conoció la cárcel, porque fue encarcelado por orden de Ruiz Zorrilla. Ya en libertad, escribió su primera obra, «Luchana», y tras de ésta, evolucionado su pensamiento político, compuso una serie de novelas históricas del género romántico. Su obra más célebre constituye sin duda «Amaya o los vascos en el siglo VIII», que, además, fue la mejor de cuantas escribió.
En lo que se refiere a la difusión del apellido Navarro en América, cabe citar a Gustavo Navarro, notable escritor boliviano, nacido en 1898, cuya novela más conocida es la que lleva por título «Suetonio Pimienta»; Manuel Navarro Luna, también escritor, de nacionalidad cubana, nacido en 1894. Escribió en varias revistas con un estilo de protesta social característico de todas sus obras, de las más conocidas es «Los Pasos del Hombre».
El apellido Navarro trae como armas las siguientes:
En campo de azur, dos lobos de oro.
Bordura de gules con ocho aspas de oro.
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