Josephine Bonaparte, la Emperatriz de las rosas

Josephine Bonaparte, la Emperatriz de las rosas

La pasión naturalista de la Emperatriz francesa, la criolla por su nacimiento en islas americanas, fué grande y desmedida.

Undudablemente que ella siempre llevó en su memoria  la exuberancia tropical de su lugar de origen  que la convirtió en una auténtica pasión por la naturaleza.

Quiso convertir el amplio parque de la Malmaison, su hogar ,  en “el más bello y curioso jardín de Europa”, según escribió en una de sus cartas a Napoleón.

Para 1800 mandó construir una orangerie lo suficientemente cálida para albergar plantas exóticas y, en 1805, un invernadero en el que funcionaban sin interrupción una docena de estufas de carbón.

Fué tal la excelente fama de su colección de rosales  que traspasó  las fronteras  de toda Europa y de paso fué fuente de inspiración  para consagrar artistas.

Importó dos centenares de plantas desconocidas hasta entonces en Francia.

Gracias a ella florecieron por primera vez en tierras galas magnolios púrpura, hibiscos, camelias y dalias.

Es demasiado lo que la botánica y sus maravillosas especies, deben a esta singular mujer, refinada y amante con locura de las flores en general, pero particularmente de las rosas.

Sus bellísimos roales fueron famosos ,más de doscientas cincuenta variedades de rosas fueron cuidadosamente pintadas por Pierre-Joseph Redouté, quien, en 1805, recibió el nombramiento de “pintor de rosas de la Emperatriz”.

No fueron solamente las plantas. Josefina se interesó también por conseguir la aclimatación de algunas especies de animales exóticos en el extenso parque de la Malmaison.

Logró que nadaran en sus lagos los cisnes negros de Australia y que, conocedores de su interés, le enviaran desde los rincones más recónditos del planeta ejemplares de avestruz, emú, canguro, orangután o cebra, que corrían libremente por una zona acotada.

Fue una labor más propia de un naturalista que de la mujer frívola que se suponía que era Josefina Beauharnais.

Una labor callada y continuada que, tras su muerte, nadie prosiguió., la bella Emperatriz que América regaló a Europa, la mujer que Napoleón amó.