Lena Yau, escritora venezolana que vive en Madrid, vuelve a su natal Caracas tras 10 años, y lo hace para presentar sus más recientes libros. Aprovechando su estancia en la ciudad, les traemos esta entrevista que le hemos realizado.
¿Qué te llevó a ser escritora?
-Ser lectora.
De pequeña no paraba de leer.
Los libros me regalaban un universo que me creía por completo.
Cada página era una puerta abierta, una invitación a la belleza, al secreto, al vértigo.
Mis padres apagaban la luz de mi habitación para que durmiera.
Yo escondía libros bajo mi almohada y aprovechaba la luz que se colaba por la ventana para leer de madrugada.
Todo lo que leía se quedaba burbujeando dentro de mí.
Yo también quiero escribir, pensaba.
Mis primeros cuentos los escribí con la voz.
Los creaba para mi hermana Elisa.
Ella abría los ojos, escuchaba, pedía más historias.
El primer poema se lo escribí a mi mamá.
Ella leyó, me abrazó y lloró.
Me asustaban y me maravillaban esas reacciones: mi hermana en silencio absoluto, casi hipnotizada, mi mamá llorando ¿cómo es posible que las palabras acaricien lo que nuestras manos no alcanzan?
Las palabras mueven la piel interior.
Los adultos de mi familia alimentaron mi inquietud regalándome libros, contándome cosas, pidiéndome que escribiera cuentos.
Crecí y las dos pasiones, lectura y escritura, se hicieron oficio en mí.
¿Cómo llega la inspiración? , ¿Hay alguien o algo que te inspire?
La inspiración tiene muchos vestidos.
Es antojada y su reloj es muy distinto al nuestro.
Por eso la clave es estar siempre con la mirada despierta.
La realidad rebosa historias que esperan a ser contadas.
A veces es una imagen fugaz, un instante que percibes en la calle, un señor muy mayor pasando un cruce de peatones. El semáforo está en rojo y desde el carro alcanzas sus ojos, ojos que no corresponden al cuerpo, ojos de adolescente.
Allí hay algo que espera ser escrito: un poema, un cuento, el inicio de una novela.
Otras veces es el retazo de robas a una conversación que escuchas en la calle, un golpe de voz que suena a algo que tienes que desarrollar.
Una foto que nos inquieta exige escritura.
También hay palabras que necesitan ser desplegadas, palabras que son como una figura de origami.
Escribir es desentrañar el misterio.
Tomar el pajarito de papel, entender los pliegues y a partir de eso hacer un pajarito propio.
¿Qué sientes al escribir?
-Un subidón. Un estado de plenitud. Un goce exclusivo. Cuando escribo siento que el mundo existe solo para mí. Escribir me hace sentir viva.
La siguiente pregunta, te la hago a ti como poeta, porque ustedes tienen la sensibilidad a flor de piel. Eres una caraqueña que vive en Madrid, así que por favor dinos ¿Una palabra para definir a Caracas y otra a Madrid?
-¡A Caracas la he escrito tanto!
Creo que la escribo para no dejar de tenerla conmigo.
Caracas está en mis sueños siempre, en mi habla, es un referente constante.
Soy profundamente caraqueña.
Madrid está en mis días, es la ciudad que he hecho mía.
También está en mi voz.
Madrid está en mi prolongación: mi hijo es madrileño.
Desde Madrid miro, pienso, añoro a Caracas.
Desde Caracas intuía, buscaba, necesitaba a Madrid.
Cuando hablo saltan palabras y entonaciones de mis dos ciudades.
Siempre digo que he hecho un país sumando el cielo que cubre a Caracas, el cielo que cubre a Madrid y el cielo que cubre el mar que media entre las dos ciudades.
El punto de confluencia es una isla.
Lanzarote equivale al cielo que media entre el allá y el acá.
Tiene dos horizontes con tierra flotando en ellos.
Caracas es mi casa cuna.
Madrid es mi casa adulta.
Lanzarote es mi casa paz.
¿Existen añoranzas sobre Caracas? Si te pudieras llevar algo de Caracas a Madrid (El Ávila por ejemplo) ¿Qué te llevarías?
De Caracas añoro todo: lo bello y lo feo, lo cómodo y lo caótico, los sonidos y el estruendo, el chic caribeño y el despelote tropical.
Añoro la ciudad y sus contradicciones, los paisajes, los colores, el borbotón de vida y sus extremos.
El Ávila es una brújula dentro de mí, da igual en qué lugar del mundo me encuentre, esa montaña marca mi dirección.
No me traería nada de Caracas.
Caracas tiene el encanto de significar un allá o un aquí según la raya del mapa que pises.
Añorar es amar en la distancia y ese amor en la lejanía me permite construir mi propia Caracas.
Una ciudad que sueño, una ciudad que hago a retazos, una ciudad cuyos árboles acojo en mi memoria.
Soy Caracas todos los días y en todas partes.
Adentrándonos un poco más, ¿Tienes algún sueño por cumplir? ¿Podemos saber cuál es?
¡Tantos!
Seguir escribiendo y publicando, ir a Islandia, vivir un par de años en Estocolmo, ir al concierto de año nuevo en Viena…
¡Imposible enumerarlos!
Un poco más sobre ti…
¿Estás leyendo algún libro en estos momentos?
Estoy leyendo un libro que disfruto muchísimo. Su autora es una mujer brillante, cercana, divertida. La conocí en Miami e hicimos buenas migas. Es boliviana, vive en Florida. Se llama Giovanna Rivero y su libro se titula Para comerte mejor, publicado por Sudaquia.
¿Una frase para los lectores de esta entrevista?
Escribimos para ojos que no vemos, que no sabemos.
Sentirlos detrás de estas frases, repasando palabras, paseando por las líneas, es un regalo.
¡Gracias por leer!
¿Cuáles son tus redes sociales?
Twitter: @lenayau
Instagram: @lenayau68
Google plus: Lena Yau
Linkedin: Lena Yau
Facebook: Lena Yau
Blog: www.milorillas.blogspot.com
Por: María Beatriz Frías Muñoz
Eres estupenda, Lena. Lo sigues siendo 😉
No se puede tener un mañana mejor si usted está constantemente pensando en el pasado.